Autor

vanvancomunicacion

Fecha

11/07/2021

LOVE_Papel arte y vencejos

Conocí a Juan Barbé como director técnico del proyecto Papel hecho a mano en Oaxaca, desarrollado gracias a Leyre Astigarraga, Presidenta de la Fundación Latino Grameen.

Nos hicimos amigos una noche en la azotea de un hotel en Oaxaca, acompañados por una botella de Los danzantes y nuestras opiniones encontradas sobre Fitzcarraldo.

Conversar con él significa cambiar de realidad. Formado como ingeniero papelero, han recurrido a él para su obra gráfica Chillida, Valdés, Tàpies y Zumeta, entre otros. Su papel cuelga en los principales museos del mundo como Moma, The Met, Guggenheim y Reina Sofía. Su pasión por compartir conocimiento lo ha llevado a colaborar con instituciones como la Facultad de Bellas Artes de Damasco, el Museo Nacional de Jordania, Tánger y el Instituto Cervantes. Investiga desde hace años el uso de nuevos materiales en India, Nepal, Filipinas, Japón y México.  Apasionado de la reutilización, la economía circular y el desarrollo sostenible, desarrolla proyectos y enseña oficio en áreas de extrema pobreza. En colaboración con la fundación Art Sur diseñó e implementó el taller La Sirena en Granada-Nicaragua y perfeccionó otro de pinzote de banano en Malacatoya. Además de dar apoyo técnico a diferentes iniciativas como la del holandés Per Anderson:  la Ceiba Gráfica (México).

Hace unos meses Leyre y yo fuimos a visitarle. Dejó su molino de papel, ubicado junto a Tolosa, y ha construido su nuevo taller en un antiguo gallinero cerca de Gijón. Acaba de publicar un libro con 102 recetes de papel: El papel y sus plantas. En un clasificador de roble, hecho a medida, guarda trocitos de esos papeles. Él mismo coloca las muestras en las páginas en blanco reservadas para ello: “hay que demostrar que estas recetas pueden hacerse” nos dice con sonrisa de oreja a oreja.

Es un espacio limpio, ordenado, con olor a regaliz. Nos muestra sus nuevos trabajos, sus fotografías, grabados, sus plantas y fibras, el sendero que recorre en bici junto al arroyo para llegar desde la ciudad, su huerta, el problema con los guisantes, el merendero del pueblo con las patatas con chorizo, flan casero y sidra… 

Al llegar a casa busco en el correo cuál era su sueño (fue una pregunta que hice a algunos de mis amigos hace unos años). Recuerdo que él respondió el primero:

“Hola reina. Mira lo que yo siempre he querido es volar; pero como mi esqueleto pesa mucho y no tengo plumas, rebajo mis pretensiones. Quiero volar en avioneta o sin motor… En realidad desearía en otra vida ser vencejo. ¿Sabes que los vencejos desde que abandonan el nido hasta su madurez sexual vuelan sin parar? Pues nada menos que transcurren 24 meses. De noche suben a gran altura, rebajan su ciclo cardiaco y vuelan miles de ellos en circulo, muy despacio, hasta que aparecen los primeros resplandores del amanecer. Entonces, bajan veloces en pequeños grupos a tierra.”

Cuando termino de leer, me reconforta comprobar que él hace ya tiempo que lo ha cumplido.´

Autor

vanvancomunicacion

Fecha

11/07/2021

Deja una respuesta

Esta web utiliza cookies propias y de terceros para su correcto funcionamiento y para fines analíticos. Al hacer clic en el botón Aceptar, acepta el uso de estas tecnologías y el procesamiento de tus datos para estos propósitos. Más información
Privacidad